¿Cuántos de vosotros recordáis el mito del rey Midas?
Sobre todo, ¿cuántos de vosotros podéis ver la correlación entre este mito y la ciberseguridad?
El rey Midas es un personaje de la mitología griega, conocido por su «deseo» incontrolable de riqueza. El soberano frigio Midas recibió de Dioniso la capacidad de convertir en oro cualquier cosa que tocara, en señal de gratitud por haber devuelto a su amigo Sileno al dios.
Tener el «don de Midas» parecía un privilegio extraordinario: la experiencia de cambiar objetos comunes como maderas y rocas por metales preciosos era indescriptiblemente estimulante. No obstante, el rey Midas pronto tuvo que darse cuenta de que este privilegio no era más que una maldición.
De hecho, el soberano ya no podía comer ni beber, pues la comida y el agua se convertían en oro en cuanto las tocaba. La situación se volvió aún más trágica cuando abrazó a su hija y también la convirtió en una estatua de oro.
Desesperado, Midas le rogó a Dioniso que lo liberara de la maldición. El dios, compadeciéndose de él, le indicó que se bañara en el río Pactolo para deshacerse del don. Midas hizo lo que se le había dicho y el agua del río arrastró el poder maldito.
Midas, tras esta experiencia, comprendió el valor de las cosas sencillas y se liberó del deseo y la codicia. De este modo, pasó a dedicarse a la adoración del dios Pan, divinidad de la naturaleza.
La historia del rey Midas contiene una profunda lección sobre la naturaleza de los deseos y sus posibles consecuencias. Nos permite comprender lo arriesgado que puede ser dejarse llevar por el impulso profundo de un deseo sin pensar racionalmente en las consecuencias.
En psicología se habla de «sesgo cognitivo del deseo», o de «wishful thinking». Es una especie de distorsión cognitiva que nos hace más propensos a creer lo que esperamos que sea verdad, en lugar de observar los hechos de forma imparcial. Es como llevar unas gafas que nos hacen ver las cosas como nos gustaría que fueran, en lugar de verlas como son en realidad.
Este sesgo puede distorsionar la percepción, el juicio y la memoria de un individuo, haciendo que interprete las situaciones de forma optimista o de acuerdo con sus expectativas personales, a expensas de una comprensión realista y crítica.
En un mundo dominado por la tecnología, las estafas online prosperan explotando este mismo sesgo cognitivo. Anuncios de productos milagrosos, ofertas imperdibles y oportunidades de inversión que prometen rendimientos increíbles: todos ellos son señuelos que se apoyan en el deseo humano de conseguir más con poco esfuerzo. Estas estafas prometen «oro», como en el caso de Midas, pero al precio de nuestros recursos, nuestra seguridad y, a veces, nuestra dignidad. Se trata de técnicas que aprovechan el engaño y la manipulación psicológica.
Cuántas veces nos hemos encontrado con anuncios en los que se nos proponía la «fórmula secreta para enriquecernos en poco tiempo y sin esfuerzo».
Aunque la mayoría de nosotros sabemos que es solo una ilusión, el «sesgo del deseo» puede hacer que caigamos. También porque podemos pensar que «echar un vistazo» no puede ser tan peligroso.
Así es como funciona:
Deseo profundo: muchos tienen el deseo innato de mejorar su situación financiera y obtener una vida más cómoda y sin estrés en términos económicos. Así pues, la perspectiva de una «fórmula secreta» hace que este deseo sea muy atractivo.
Ignorar el sentido crítico: debido al fuerte deseo de creer que es posible, se podría ignorar el propio sentido crítico o escepticismo. Se pueden pasar por alto preguntas como «Si realmente es tan eficaz, ¿por qué esta persona la está compartiendo con el mundo y no la está usando solo para sí misma?».
Confirmación selectiva: si hay testimonios o reseñas en el anuncio, el «sesgo del deseo» puede llevar a darles mayor peso, aunque sean pocos o un poco sospechosos. Se podría pasar por alto la posibilidad de que estos testimonios hayan sido manipulados o creados «ad hoc».
Minimizar los riesgos: aunque haya alguna advertencia de precaución en el anuncio, debido al «sesgo del deseo», puede que no se le dé mucha importancia y nos centremos en la brillante promesa de riqueza.
El «sesgo del deseo» apela a nuestro arraigado deseo de éxito y bienestar, por lo que nos hace menos críticos y más receptivos a las promesas, aunque sean «demasiado buenas para ser verdad». Cuando entramos en el «túnel» del deseo, tendemos a seguirlo hasta el final, ignorando todas las señales que deberían generar desconfianza.
En un mundo digital lleno de anuncios y ofertas, resulta crucial ser conscientes de este sesgo cognitivo para tomar decisiones informadas y protegernos ante posibles estafas.
Actuar impulsivamente puede llevarnos a consecuencias muy graves, desde una estafa en metálico o comprar un e-book lleno de tópicos y sin ninguna utilidad práctica, hasta la pérdida de información confidencial. Esto podría utilizarse más tarde en el mejor de los casos para bombardearnos con publicidad y, en el peor, para vaciar nuestra cuenta bancaria online.
El mito del rey Midas debería ayudarnos a reflexionar y debería incitarnos a activar nuestro espíritu crítico, al recordarnos que cualquier oportunidad que sea «demasiado buena para ser verdad» es casi con toda seguridad falsa.
Crear este tipo de concienciación es lo que hacemos todos los días en Cyber Guru Italia.